jueves, 16 de septiembre de 2010

La tercera es la vencida

En el tercer intento de ofrecerle a mi querida madre un viaje al extranjero, por fín lo logramos. La negrita se quedó la primera vez porque no le salió el pasaporte a tiempo, la segunda vez conflictos con cadivi que no aprobó el cupo, pero este año contó con la dicha que sí se pudo.
Claro que hubo tropiezos, muchos, pero todos fueron superados, en especial con la colaboración de Dayana Díaz, José María Rivas y María Gabriela Dorante: Damas y caballero, Ofelia se los agradece porque sino me iba otra vez sin ella (mentira).
Después de meses de preparación y acabar con todas las finanzas familiares, el 13 de agosto estaba la negrita con una sonrisa de oreja a oreja, mirando para todos lados y con su maletica de lo más coqueta, admirando los aviones. Estabamos en el aeropuerto de Maiquetía a las 4:00 pm después de habernos levantado a las 4:00 am (como estrategia para evitar el jet lag), cartera llena de valeriana, manzanilla, etc. Pero nada fue necesario, la emoción era tan grande que no se durmió en todo el viaje (8 horas y media). Yo rendida del cansancio y ella mirando por la ventana: oceano, nube, nube, oceano, oceano, oceano.
No se quedaba quieta en su asiento cuando hizo acto de presencia Portugal, y casí se sale por la ventana para contemplar más cerca el paisaje español.
Primer día en Madrid y queriamos verlo todo, un clima espectacular para ser verano, y el atardecer a las 9:30 pm; ideal para caminar y conocer todos los lugares que estaban abiertos hasta bien tarde. La ciudad es maravillosa, siempre sorprende el orden y la limpieza. Pudimos vernos con Luis Guerra Ramos (Luisito) que vive allá desde hace años: está igualito aunque con menos pelo. Mucha emoción y alegría por el encuentro, lástima que fue muy poco tiempo. Al cuarto día partíamos hacia Burgos, el día anterior habíamos conocido Toledo.
De Burgos seguimos a Burdeos (Francia) donde pasamos la noche y continuamos hacía Valles de Loira para descansar en Ruan. Ofelia casi se infartaba en cada plaza, jardín, fachada de casa, sembradío, estaba maravillada con los jardines, flores de todos los colores, paisajes y lo que se eschuchaba era: ¡tomale la foto, tomale la foto!
Tomamos un ferry hacia Londres, nuestro destino por tres días. Hermosa ciudad, gente muy amable,  muchos sitios que conocer y lugares que visitar, siempre se quiere volver. Continuamos aprovechando las bondades del verano y lo largo del día, la brisa era más fría y Ofelia quedó afónica, pero eso no la detuvo en caminar, fotografiar, conocer, ¡hasta habló en inglés! Un detalle curioso es la cantidad de indios en el lugar y todos saludaban a Ofelia con una sonrisa en el rostro, resulta que Ofe tiene los mismos rasgos físicos, la confundían con una paisana de la India.
Partimos luego hacia Paris, la ciudad soñada desde siempre por mi querida madre  y tan solicitada por ella en los últimos años, la más anhelada en este viaje. Como siempre no dormía ni diez minutos en el autobús, había mucho que ver, más flores, más jardines. Afortunadamente apenas se llega a la ciudad destaca la magnificencia de la torre Eiffel, se puede ver desde casi cualquier lugar, o desde todos los sitios donde ibamos. Si quería ver la torre, la vió a cada momento por cuatro días.
Encantadora ciudad, de día, de noche, de madrugada. Recorrimos los lugares conocidos y otros más, excelente comida, dulces, vino. Una vez la amabilidad de la gente, yo asustada por mi completa ignorancia del fracés y resulta que más de la mitad habla español. Todo estuvo genial, el cierre perfecto para tan inolvidable viaje, nunca nos cansamos de ver la torre, nuestra despedida de la ciudad fue contemplarla en la noche sin cansancio alguno como si nunca la hubieramos visto.